Cada vez es más urgente contar con herramientas de gestión de recursos hídricos, con respaldo científico, para que así la agricultura chilena se adapte al nuevo escenario climático (Mundo Agropecuario)....
Cada vez es más urgente contar con herramientas de gestión de recursos hídricos, con respaldo científico, para que así la agricultura chilena se adapte al nuevo escenario climático (Mundo Agropecuario).
La mayoría de los escenarios de cambio climático sugieren un proceso de aridización (tendencia a la reducción de las precipitación y aumento en la frecuencia e intensidad de las sequía) en muchas áreas del mundo, las que ya están afectando de manera significativa la actividad agrícola, lo cual hace cada vez más importantes las investigaciones de las respuestas de las plantas a la sequía.
En este contexto nacional, la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) del Ministerio de Agricultura, en un esfuerzo por colaborar con los agricultores de la región de Coquimbo, está trabajando en un proyecto para desarrollar estrategias agronómicas para aumentar la productividad del agua y la sustentabilidad de sistemas frutícolas ante el proceso de aridización.
Uno de los rubros más afectados en la sequía, es la agricultura, especialmente para aquellos sistemas de largo plazo basados en cultivos permanentes como son los frutales y viñas. Desde esta perspectiva se hace cada vez más urgente contar con herramientas de gestión de recursos hídricos, con respaldo científico, para que así la agricultura chilena se adapte al nuevo escenario climático.
“Nos sentimos llamados a tomar un rol activo en este desafío, asumiendo que, entre todos los sectores económicos, la agricultura es el principal usuario de agua. La innovación debe desempeñar un papel central en la adaptación al cambio climático, especialmente en el uso eficiente del recurso y en la búsqueda de especies y variedades agroalimentarias que resistan las nuevas condiciones”, señaló el director ejecutivo de FIA, Álvaro Eyzaguirre.
Es por ello que FIA, junto al Centro de Estudios de Zonas Áridas, CEZA, de la Universidad de Chile, se encuentran trabajando en esta iniciativa que busca identificar las estrategia que sean factibles de implementar técnicamente y aseguren la sustentabilidad de la producción en el largo plazo. Además, se están desarrollando análisis de rentabilidad de las estrategias exitosas, para ampliar la base de información disponible para los agricultores y con ello disminuir la incertidumbre que frena el proceso de innovación.
Es así como las pruebas se han realizado en campos experimentales de Elquí, Limarí y Choapa, en cultivos de paltos, olivos y uva de mesa.
En esta línea el Seremi de Agricultura de la región de Coquimbo, Rodrigo Órdenes, valoró el desarrollo de esta iniciativa, que se traduce en un importante aporte para el agro local, “sin duda que la implementación de medidas que permitan optimizar el recurso hídrico es de vital importancia, si partimos de la base que el 70% del agua extraída en el mundo va dirigida a la agricultura y que el 40% de la población mundial trabaja en el sector de la alimentación y la agricultura. Es fundamental optimizar el uso de este recurso para afrontar situaciones de escasez hídrica como la que vivimos hoy, una mejora que debe ser entendida en términos de obtener mayor cantidad de producción por volumen de agua, es decir más cultivos por gota”.
Gestionando la retención del agua
Una de las premisas que plantea la FAO es que, para afrontar la escasez hídrica que están viviendo los territorios, se debe focalizar las estrategias en la capacidad de retención de agua en el suelo, la eficiencia en su uso y la capacidad de resiliencia de las plantas para combatir de buena manera escenarios de sequías. Para ello existen prácticas como la incorporación de materia orgánica al suelo, ya que está íntimamente ligado con la calidad y salud del suelo, favoreciendo la funcionalidad de éste.
El docente y coordinador del proyecto, Oscar Seguel, recomienda “para periodos cortos sin disponibilidad de agua, se puede aplicar una enmienda orgánica al menos un mes previo al corte del riego; para prevenir el estrés intenso en los frutales. Y en una condición de sequía de larga duración, los manejos agronómicos deben apuntar a los manejos de canopia, como las podas y los raleos en los frutales”.
Otro elemento a considerar, señala el docente e investigador del proyecto, Francisco Alfaro, para reducir el volumen de evapotransmiración y ajustar la demanda hídrica, “se puede realizar podas en verde. Hemos obtenido muy buenos resultados en olivos, vides y paltos”.
Para condiciones extremas, con disposición de agua reducida o nula, existe el riesgo de la pérdida total del follaje y un daño en las raíces, retrasando la recuperación del potencial productivo del huerto.
Al respecto, Alfaro indica que “en el proyecto hemos observado que, en condición de sequía, dejar ramas basales y externas, permite mantener el potencial hídrico y la fotosíntesis en rangos comparables a un árbol regado por dos meses. Es decir, al realizar un riego de recarga de perfil y una poda dejando una rama basal por exposición, con el cuidado de no exponer las ramas del interior para que no sufran foto inhibición, se asegura la recuperación de la capacidad productiva a la temporada siguiente en paltos. Además, los agricultores deben pintar el tronco con productos reflectantes o pintura blanca; son labores de un manejo mínimo a un bajo costo, para asegurar la recuperación del sistema”.
Otra de las soluciones que plantean los expertos, es la utilización de mallas, ya que ayuda a la disminución de la transpiración de las plantas, hasta el uso de mulch en la sobrehilera o la aplicación de productos al follaje. Alfaro agrega que “una medida intra – predial es regar menos especies que resisten mejor la sequía, concentrando los esfuerzos en mantener el bienestar en especies sensibles, es una forma de hacer que la rentabilidad del agua aplicada sea mayor”.
Cabe destacar que el proyecto contempla la generación de material de difusión, el cual quedará disponible para las consultas de los agricultores y en la facultad de Agronomía de la Universidad de Chile y en el Centro de Estudios de zonas áridas (CEZA).