Un ahorro mínimo de un 40% en riego y además lograr combatir una grave enfermedad que provoca un alto porcentaje de pérdidas de claveles a nivel productivo.
Un ahorro mínimo de un 40% en riego y además lograr combatir una grave enfermedad que provoca un alto porcentaje de pérdidas de claveles a nivel productivo, son parte de los avances de un proyecto que lleva dos años de ejecución en la provincia de Quillota, en la región de Valparaíso.
La iniciativa, apoyada por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) del Ministerio de Agricultura, busca mejorar las condiciones del cultivo de un grupo de floricultores, a través de la implementación de un sistema de producción colombiano, adaptado a las necesidades locales que permita por un lado, enfrentar la presencia del hongo Fusarium oxysporum sp dianthi, que provoca hasta un 30% anual de pérdidas de plantas, pero al mismo tiempo sea eficiente en el uso del recurso hídrico, lo que se está logrando a través de hidroponía en medio sólido y la incorporación de nuevos sustratos.
“La región de Valparaíso lleva más de 10 años de sequía, es por eso que como fundación se nos hace imperativo apoyar aquellas iniciativas que permitan adaptar los procesos productivos a las condiciones del cambio climático, haciendo los sistemas más resilientes. Este proyecto es un ejemplo de ello, donde se adapta una técnica a las condiciones locales, convirtiéndola en una alternativa productiva rentable para la AFC, en la cual los agricultores quedan capacitados para su manejo a escala comercial”, indica el director ejecutivo de FIA, Álvaro Eyzaguirre.
Ejemplo colombiano
Un elemento relevante para obtener un incremento en la productividad de las plantaciones de clavel tiene relación con el control de Fusarium, “Actualmente la presencia de este hongo no tiene tratamiento químico curativo ni preventivo, generando graves daños en el cuello de la planta, en ocasiones incluso impide el proceso de floración y puede provocar la muerte en muy poco tiempo. Debido a ello, gran parte de la agricultura familiar campesina (AFC) que se dedica al cultivo del clavel ha enfrentado bajas en la rentabilidad”, señala la coordinadora del proyecto, Gabriela Verdugo.
Es por esta razón, que una de las primeras acciones fue visitar Colombia. Líder mundial en producción de claveles, con una participación actual del 52% del mercado de las flores y quienes han hecho un fuerte trabajo de control contra esta enfermedad. “Tuvimos la oportunidad de conocer el modelo estructural desarrollado por ellos y cómo utilizan el sustrato de capotillo de arroz quemado. Además de conocer en terreno el manejo nutricional y el trabajo de propagación que realizan”, indica la ejecutora del proyecto, Olga Cáceres.
El sustrato es un componente importante en el incremento productivo del cultivo, ya que consiste en la utilización de materiales sólidos de origen orgánico e inorgánico que, al ser utilizados en lugar del suelo, son capaces de aislar y crear ambientes químicamente estables para los cultivos.
Las propiedades de los distintos sustratos y el hecho que el cultivo esté aislado del suelo por medio de las banquetas en altura, son variantes que se encuentran en estudio para lograr la erradicación de la enfermedad. Es por ello que, están utilizando distintos tipos de sustratos, entre ellos, el capotillo de arroz, compost de té y un sustrato comercial utilizado en los viveros de la zona, con buenas condiciones para el crecimiento de plantas.
En paralelo, se está utilizando un sistema de riego de déficit controlado, “con la utilización del sistema hidropónico estimamos que los productores podrán tener un ahorro mínimo de un 40% en riego, lo que puede significar ser un agricultor o no, ya que, al tener una superficie pequeña, estas cifras definen el éxito de su negocio” añadió Verdugo.
El proyecto contempla la utilización de riego por pulsos cortos y seguidos, en complemento con el uso de calcio para contrarrestar altas conductibilidades eléctricas del agua o de sustrato. Otro elemento relevante tiene relación con el reciclaje de agua de drenaje para ser usado en el mismo sistema hidropónico o en otros cultivos complementarios del agricultor.
Impacto en la productividad
Se espera entregar un sistema productivo hidropónico de alta eficiencia; donde los agricultores puedan obtener 200 varas de clavel por m2 de invernadero construido, con flores de muy buena calidad (claveles select) y mayores precios de venta promedio por flor.
Olga Cáceres indica que han obtenido muy buenos resultados en la producción y en la calidad de las flores. “Generalmente los claveles nacionales tienen una vida post cosecha de 10 a 20 días según la época y gracias al proyecto hemos logrado en verano e invierno extender hasta 30 días la vida de las flores”.
Agrega que también han observado mejoras en la calidad de la flor, “hemos obtenido botones abiertos de casi 9 cm, en la variedad Domingo que por su naturaleza es de mayor tamaño. De igual manera evaluamos las variedades Master y Genaro, con muy buenos resultados respecto al tamaño de la flor”.
El incremento también se ha visto en una mayor productividad en las varas, pasando de un promedio de 6 varas en cada cosecha, a un aumento de 10 varas anuales por planta. Para Gabriela Verdugo esto significa un gran aporte a los productores “en una hectárea los agricultores pueden tener 40 invernaderos y en cada uno plantar 5.000 plantas de clavel, si obtienen una producción de 6 a 7 varas promedio, eso nos da 30 mil flores de cada invernadero y si las venden a $80, podrían vender $2.400.000 de flores en el año. Si todos los agricultores mejoran la productividad a 10 varas, las ganancias para la AFC serían mayor, por ende, un cultivo más atractivo y rentable”, finaliza.
Unidades experimentales
El proyecto se ha desarrollado en cuatro predios de la región de Valparaíso, ubicados entre Romeral y El melón, cada unidad cuenta con 12 camas de claveles, de las cuales 3 corresponden a cada sustrato (capotillo de arroz quemado al 80%, compost de té con capotillo y sustrato comercial solo y con capotillo de arroz).
El sistema hidropónico en medios sólidos se ubica en camas levantadas del largo de los invernaderos incluyendo pasillo adelante y atrás, totalizando 28 m de largo por 60 cm de ancho y 15 cm de profundidad, conocidas como canoas. Verdugo explica que en ellas se ubica el sustrato y los claveles son plantados en una segunda capa plástica de menor grosor que es utilizada para recibir el drenaje.
En cada una de las camas se ubican dos variedades de claveles: Domingo y Master: en dos canoas de 2 hileras, equivalente a 500 plantas por variedad (unidad experimental).