Académicos de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Concepción, ponen énfasis no solo en la necesidad de generar un cambio respecto de este tema, sino también, en las tareas que están desarrollando para mitigar el impacto que genera en el mundo esta situación.
En el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, que se conmemora cada 29 de septiembre, destacan iniciativas que se trabajan con instituciones extranjeras.
Reconociendo que el agotamiento y deterioro de recursos naturales como el suelo y agua, y el uso indiscriminado de insumos agroquímicos, son elementos que tienen relación directa con el calentamiento global, en el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, académicos de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Concepción, ponen énfasis no solo en la necesidad de generar un cambio respecto de este tema, sino también, en las tareas que están desarrollando para mitigar el impacto que genera en el mundo esta situación.
Lo primero es aclarar la diferencia entre pérdida y desperdicio de alimentos estableciendo que el primer término se da principal, pero no exclusivamente, a nivel de productor, procesamiento y distribución de alimentos, mientras que el desperdicio ocurre en gran medida al final de la cadena, durante su venta y a nivel de consumidor.
“Ambos términos se refieren a disminuciones en la cantidad total de alimento disponible para el consumo humano, las cuales pueden ocurrir a lo largo de cualquier punto de la cadena de suministro de alimentos; pueden ocurrir en la pre cosecha cuando los productos todavía no se han cosechado y están conectados a la planta madre, pueden ocurrir en el momento de la cosecha, luego durante la distribución, cuando son envasados o empaquetados, durante el transporte, o cuando el producto está el mercado final y también a nivel de consumidor. Es importante recalcar que, aunque estos alimentos no llegaron a ser consumidos, ellos sí utilizaron recursos para ser producidos, lo cual genera impactos medioambientales, sociales y económicos”, explicó la académica de la Facultad de Agronomía, Dra. Karin Albornoz, quien además se refirió a las labores que como Facultad se desarrollan en este tema.
“Desde hace varios años y a través de distintas investigaciones, académicos de la Facultad de Agronomía han contribuido a mejorar la calidad de productos como frutas y hortalizas frescas. Un producto de mejor calidad tiene mayores posibilidades de ser comercializado y de que llegue al consumidor final, reduciendo de forma indirecta las pérdidas”, explicó la académica quien también destacó el trabajo de concientización que se desarrolla para los estudiantes. “El año pasado hicimos una Escuela de Verano en la cual participaron profesoras de la Universidad de California Davis, expertas en temas de pérdida en postcosecha y ofrecieron varias charlas en torno a estrategias para reducir la pérdida y el desperdicio de productos hortofrutícolas en postcosecha”.
La Dra. Albornoz, además dicta durante el primer semestre la asignatura de Postcosecha y Agroindustria. “En este curso, uno de los primeros temas que tratamos son los conceptos de pérdida y desperdicio de alimentos, y formas de reducirlas. Es importante que nuestras y nuestros alumnos entiendan la terminología y las diferencias entre ambos conceptos. Además, este semestre me encuentro dictando un nuevo curso electivo, sobre fundamentos de las pérdidas y el desperdicio de productos hortofrutícolas, y estoy colaborando con un profesor de otra escuela a nivel internacional”, precisó la experta quien está trabajando con el profesor Julián Rojas-Vargas de la Universidad Nacional de Costa Rica, experto en la reducción y transformación de deshechos de origen alimentario.
“Con el profesor estamos visualizando posibilidades de colaboración no tan solo docente, sino de investigación sobre este tema, ya que él ha llevado a cabo varias iniciativas y proyectos de transformación de residuos en alimento para el ganado y otros productos. Esto permite que lo que consideraba un residuo, pueda ser aprovechado a través de su reingreso a la cadena de valor”.
Finalmente, es importante destacar que la Dra. Karin Albornoz, se encuentra colaborando con investigadores internacionales para entender los mecanismos que determinan un desorden fisiológico en tomates que se llama daño por frío.
“El daño por frío, no es exclusivo del tomate, sino que ocurre en numerosas especies hortofrutícolas de origen tropical y subtropical cuando son refrigeradas, como, por ejemplo, la palta, los cítricos, el pimentón, o el pepino de ensalada, entre otros productos. Estas especies son susceptibles al desorden, el cual causa impactos negativos sobre la calidad y la vida en postcosecha, contribuyendo así a incrementar las pérdidas y el desperdicio de estos productos. Los mecanismos fisiológicos y moleculares del daño por frío han sido ampliamente estudiados, sin embargo, por su complejidad, aún hay grandes interrogantes y áreas que desconocemos”.
De acuerdo a lo manifestado por la experta que trabaja esta investigación con profesionales de Estados Unidos, “la idea es mejorar nuestro entendimiento acerca de este fenómeno, para así contribuir a ofrecer una solución a esta problemática y con ello reducir las pérdidas y desperdicios de alimentos”.