Verdaderos tesoros que conforman el patrimonio alimentario del país, mantiene en el Banco de Recursos Genéticos Vegetales de INIA Quilamapu.
El Banco de Recursos Genéticos Vegetales de INIA Quilamapu, ubicado en Chillán, conforma una red de Bancos establecidos en gran parte del país, y que el Instituto de Investigaciones Agropecuarias mantiene para preservar antiguas semillas que podrían volver a utilizarse para abordar eventuales problemas en el futuro.
Verdaderos tesoros que conforman el patrimonio alimentario del país, mantiene en el Banco de Recursos Genéticos Vegetales de INIA Quilamapu en Chillán. Semillas de más de 7 mil variedades de trigo, 2 mil variedades de arroz y mil doscientas accesiones de porotos, conforman este banco cuya finalidad es resguardar el germoplasma de interés para las futuras generaciones.
“Los trigos y arroces provienen, en su gran mayoría, del extranjero, mientras que los porotos son producto de colectas realizadas desde Arica hasta Chiloé” indicó el gestor técnico del banco, José Méndez, quien agregó que también alberga 74 accesiones de frutillas silvestres, y 250 de tomates recolectadas en el extremo norte del país.
Pero sin duda que las muestras que más llaman la atención son las de antiguas variedades de trigos, algunas de las cuales exceden largamente los cien años. Entre ellas, Méndez destacó la variedad de trigo Osorno, cuyo arribo a Chile data en 1914, y Florence procedente de Francia en 1912. “Nuestra estrella es Oregón que llegó a Chile desde Estados Unidos en 1873”, haciendo alusión a la variedad que cumple 150 años y que fue incorporada por la Sociedad Nacional de Agricultura (fundada en 1838), labor que, con el tiempo, sería asumida por el Ministerio de Agricultura tras su creación en 1924.
Desde el punto de vista histórico, la variedad más antigua del Banco de Recursos Genéticos Vegetales es la denominada “Bíblica” que fue incorporada por INIA fruto de un intercambio con el Centro International de Mejoramiento de Maíz y Trigo Cimmyt, de México. “Su antigüedad queda evidenciada por su nombre, y su origen se estima en más de 2 mil años” expresó José Méndez, tras lo cual detalló que corresponde a una especie silvestre caracterizada por tener muy pocos granos.
A simple vista, dos son las características que diferencian las variedades antiguas de las nuevas: la altura y la cantidad de granos en las espigas. Las primeras variedades sobrepasaban largamente el metro de altura, llegando algunas a medir 1,80 metros, es decir, un metro más que el promedio de las actuales, explicó el profesional de INIA Quilamapu. “Hoy al tener más granos en las espigas, fruto del mejoramiento genético, las cañas requieren ser más bajas para que sean capaces de soportar el peso de los granos y no se quiebren o tiendan por la acción del viento”, en abierta alusión a que las actuales variedades se alzan en torno a los 80 y 90 centímetros para evitar la tendedura.
Importancia de las semillas antiguas
“El Banco de Recursos Genéticos Vegetales es un reservorio de diversidad de germoplasma. Aquí están resguardadas las semillas en el largo plazo, porque pueden entregar respuestas a problemas futuros en la agricultura y cuyos beneficios hoy son desconocidos (…) en 50 o 100 años no sabemos los problemas que podamos enfrentar”, indicó el bioquímico y curador del banco, Gerardo Tapia.
El especialista añadió que las semillas resguardadas pueden mantener genes con la solución a enfermedades futuras, a la escasez hídrica o las altas temperaturas que puedan afectar a los cultivos. En ese aspecto, resaltó la importancia de que las colecciones estén caracterizadas, es decir, con la descripción de sus particularidades, conformando una base de datos con el tamaño de la planta, grado de precocidad, comportamiento a las temperaturas, demanda de agua, entre varios otros aspectos.
Seguridad y soberanía alimentaria
“La existencia de este Banco adquiere mayor relevancia en el contexto de la seguridad y soberanía alimentaria del país”, sostuvo el subdirector regional de Investigación y desarrollo de INIA Quilamapu, Javier Chilian.
El directivo indicó que la posibilidad de contar con un reservorio de semillas y genes tanto de variedades recientes como de algunas centenarias, obedece a un exhaustivo trabajo que incluye colectas en distintos puntos del país para recuperar, proteger, mantener y estudiar el patrimonio vegetal chileno.
Finalmente señaló que parte de estas colecciones pudieron ser conocidas por la comunidad durante el reciente día del patrimonio, lo que contó con el interés de visitantes de Ñuble y Biobío.