El cultivo de cerezas es de gran relevancia, según el catastro frutícola de CIREN 2019, la región del Maule aumentó la superficie en un 58,6%, es decir, cerca de 6.525...
El cultivo de cerezas es de gran relevancia, según el catastro frutícola de CIREN 2019, la región del Maule aumentó la superficie en un 58,6%, es decir, cerca de 6.525 ha, con exportaciones a nivel nacional que llegaron a los US$ 1.000 millones FOB (Mundo Agropecuario).
Durante la tercera versión de la CherryExpo 2019, realizada en el auditorio de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Talca, se lanzó un proyecto impulsado en conjunto por el Centro de Pomáceas de la casa de estudios y la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), que busca mitigar el impacto climático en huertos de cerezas, a través de una plataforma de monitoreo climática y nutricional.
“La crisis climática ha provocado una variación en las temperaturas primaverales, lo que ha ocasionado que existan de manera errática diferentes eventos climáticos, como por ejemplo las lluvias durante esta estación. Estas, provocan la partidura de la fruta”, sostuvo Loreto Arenas, investigadora integrante del equipo técnico que desarrolla el proyecto.
Este problema es particularmente grave por cuanto la ocurrencia de una sola lluvia en primavera podría generar la pérdida total de la producción de la temporada. Para evitar este daño, se ha masificado el uso de cubiertas plásticas logrando reducir la partidura de los frutos considerablemente. Sin embargo, muchos productores han observado que al realizar esta modificación del ambiente, se alteraría tanto el crecimiento de los árboles como la calidad de la fruta. Al no existir un consenso técnico-científico que lo respalde, se ha generado una gran incertidumbre entre los productores, sobre si deben ajustar algunos manejos en sus huertos bajo cubiertas.
“No tenemos patrones estandarizados en Chile respecto del cultivo de la cereza que se produce en condiciones climáticas muy distintas en comparación al resto del mundo, tampoco sabemos cómo manejar su nutrición y en especial las que se encuentran bajo las cubiertas plásticas. No lo tenemos claro y ahí está focalizando nuestro proyecto FIA”, indicó José Antonio Yuri, académico y director del Centro de Pomáceas de la UTalca.
El cultivo de cerezas es de gran relevancia para este territorio y a nivel nacional, ya que según el catastro frutícola de CIREN 2019, la región del Maule aumentó la superficie en un 58,6%, es decir, cerca de 6.525 ha, con exportaciones a nivel nacional que llegaron a los US$ 1.000 millones FOB en la temporada 2017-2018 y con una proyección de 45,2 millones de cajas exportadas la presente temporada.
En este contexto, el representante macrozonal de FIA, en las regiones de O’Higgins y Maule, Robert Giovanneti, indicó que como una manera de apoyar a este sector con innovación, FIA junto a la Universidad de Talca, impulsaron esta iniciativa que busca elaborar un protocolo de manejo, basado en indicadores nutricionales y agroclimáticos, para la producción de fruta de alta calidad y potencial de postcosecha. “Esto debido a que, en los últimos años, se ha masificado el uso de estas protecciones, para prevenir la partidura en la fruta. Sin embargo, se producen modificaciones en el ambiente, incluso en algunos casos se altera el crecimiento de los árboles y la calidad de la fruta. Por lo cual el proyecto busca disminuir la incertidumbre entre los productores, para guiarlos sobre los manejos de los huertos bajo cubiertas”.
“Para reducir esta inseguridad, la iniciativa plantea la creación de un servicio de asesoría innovador que diferencie el manejo entre los cultivos con y sin cubiertas, a fin de atenuar las alteraciones fisiológicas derivadas de la modificación ambiental”, explicó Giovanneti.
“Debido al cambio climático y su efecto sobre las plantas, se hizo necesario estudiar su efecto en cerezos a través de ésta plataforma tecnológica que proviene de un proyecto FIA anterior. Esta plataforma se llama IKAROS y está adaptada para las variables climáticas en manzanos. En este proyecto se trabajará en cerezos, con énfasis en clima y su nutrición”, aportó Álvaro Sepúlveda, ingeniero agrónomo de la unidad de Ecofisiología del Centro de Pomáceas.
Los indicadores serán incorporados a la Plataforma de Monitoreo Climático y Gestión Nutricional IKAROS del Centro de Pomáceas de la Universidad de Talca, en la cual se llevarán los registros meteorológicos de cada módulo asociado y se emitirán alertas tempranas para ajustar el manejo de cada huerto, de acuerdo con las condiciones climáticas de la temporada y su estado nutricional.
De todos modos, José Antonio Yuri advirtió: “El mayor drama que vamos a tener con el cambio climático no es el aumento de la temperatura sino la falta de agua. Para producir un kilo de manzana se requieren por lo menos unos 120 litros de agua con el fin de regar el frutal y el 1% del agua que traspira queda retenido en la fruta. Debemos ser capaces de gestionar de mejor manera nuestro recurso hídrico, de manera de seguir protegiendo nuestra fruticultura y la importante tarea de producir alimentos para nuestro país”.