La región de Aysén cuenta con una gama de especies nativas de alto valor comercial, sin embargo, dos especies se han destacado a nivel regional y mundial por su importante...
La región de Aysén cuenta con una gama de especies nativas de alto valor comercial, sin embargo, dos especies se han destacado a nivel regional y mundial por su importante valor nutricional, el Calafate y Maqui (El Divisadero).
El Campus Patagonia de la Universidad Austral de Chile (UACh), se encuentra ejecutando el proyecto “Rescate y establecimiento de ecotipos promisorios de Calafate y Maqui, en la región de Aysén I etapa”, apoyado por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) y que cuenta con la participación de Indap, el Instituto Forestal (Infor) y los productores/as.
Las localidades a partir de las cuales se han evaluado y seleccionado ecotipos superiores de Maqui y Calafate corresponden a las de Puyuhuapi, Puerto Cisnes, Mañihuales, Puerto Aysén, Bahía Murta, La Junta y Coyhaique. La región de Aysén cuenta con una gama de especies nativas de alto valor comercial, sin embargo, dos especies se han destacado a nivel regional y mundial por su importante valor nutricional, el Calafate y Maqui. Este valor está relacionado principalmente al contenido de polifenoles y antocianinas, lo que le otorga el título de alimento funcional; estas características han estimulado sus usos en diferentes productos como jugos y liofilizados, entre otros y han despertado un gran interés como materia prima en el mercado de los pigmentos naturales y funcionales.
Magdalena Mansilla, investigadora UACh y directora del proyecto comenta que “logramos verificar la gran variedad genética que se encuentra en la naturaleza para ambas especies, de la misma forma el riesgo de perder este material de alto valor por efecto de la construcción de caminos y el avance de la agricultura convencional, pero sobre todo en el caso del maqui, el perjuicio por la cosecha inadecuada está provocando un daño irreversible, por ello la importancia de preservar este material. Una vez que podamos establecer estos huertos en la región a partir de los mejores ejemplares que encontramos, esperamos potenciar y diversificar las actividades agrícolas en el campo, donde el maqui y el calafate tienen un tremendo potencial como alimento funcional, además de entregarle a los productos procesados como jugos, liofilizados, mermeladas, entre otros una identidad local”.
Actualmente la oferta de estos berries nativos no alcanza a satisfacer la demanda en términos de volumen y homogeneidad de los frutos, ya que estas especies se encuentra sólo en condición silvestre, lo que evidentemente dificulta su desarrollo en la industria de alimentos, pues para mantener la cadena de valor de este tipo de productos, se requiere de materia prima con concentraciones y características estables o al menos homogéneas, en la concentración de compuestos fenólicos. Por otro lado, su explotación se basa en una actividad de colección de tipo familiar y por recolectores ocasionales, en la cual no existen protocolos de extracción, programas de manejo y protección que impidan la sobre explotación de estas especies y su consecuente deterioro por tipos de cosecha poco amigables. Este escenario ha provocado un riesgo a la sustentabilidad del recurso, lo que se ha traducido en reducciones de rendimiento de los tradicionales sitios de extracción.
“Nosotros llevamos tres años trabajando con el calafate en la región de Aysén, estamos tratando de hacer ensayos para el manejo agrícola, el que va desde tratar de propagar el calafate, como su manejo posterior, en cuanto a fertilidad, preparación de suelos, etc. Y a la vez desarrollamos otra línea de elaboración de subproductos, con frutos propios del campo, que compramos a recolectores del sector sur de la región. Este proyecto, en el cual participo, me permite avanzar en lo que ya estamos haciendo; si tenemos huertos nuevos tenemos más material madre seleccionado y que sumaríamos al que ya tenemos, por lo tanto, es un plus, ya que aumentaríamos nuestra producción”, indicó Claudia Cerda, productora y asociada del proyecto.
Entre los avances que ha alcanzado el proyecto, está la evaluación de 150 ecotipos de Calafate y 100 de Maqui en cada una de las localidades, tomando como criterio, en el caso del calafate, el tamaño de las espinas, el rendimiento, el calibre y la relación pulpa-semilla. Para el caso del Maqui, se tomaron en consideración las mismas características sumando la homogeneidad de la cosecha. Esta evaluación se realizó en terreno y en laboratorio de acuerdo al ranking según el puntaje que arrojó cada valoración, donde los mejores de ambas especies, se establecerán en huertos de los asociados con un fin comercial, los que estarán ubicados en La Junta, Mañihuales, Coyhaique, Puerto Aysén y Valle Exploradores.
Para el ejecutivo de innovación de FIA, René Martorell, este proyecto es de suma relevancia pues “es parte de la línea de trabajo de domesticación de las especies nativas con atributos funcionales, y se suman a otros proyectos ya finalizados y otros en ejecución tanto de Maqui, como de Calafate en otras regiones del país y en la región de Aysén. Lo anterior, permite recoger los resultados y el conocimiento logrado para traspasarlos al presente proyecto de manera que éste avance con la mayor rapidez y seguridad, y así poder poner a disposición de los productores en el menor plazo posible, estas nuevas alternativas de cultivo de interesante potencial de mercado”.