En comparación al rubro frutícola las especies hortícolas en producción no demuestran un daño evidente a corto plazo con la abundante presencia de precipitaciones, especialmente en las hortalizas de hoja.
El efecto de las lluvias sobre el estado sanitario de las hortalizas debe evaluarse mediante monitoreos constantes y al mediano plazo. Es importante destacar que la incidencia de oídio no debiera verse afectada por las precipitaciones, aunque el control de esta enfermedad debe ser constante y periódico.
En comparación al rubro frutícola las especies hortícolas en producción no demuestran un daño evidente a corto plazo con la abundante presencia de precipitaciones, especialmente en las hortalizas de hoja. “Sin embargo, el mayor efecto se observa en el mediano plazo, con el desarrollo de pudriciones foliares, por ello, el énfasis deberá estar puesto en el seguimiento y monitoreo durante las próximas semanas”, señaló el especialista en postcosecha de INIA La Platina, Bruno Defilippi.
Al respecto, el especialista en hortalizas de INIA La Platina, Adolfo Donoso, especificó que los daños focalizados estuvieron en cultivos bajo invernadero, tomates especialmente, donde hubo daño estructural a las instalaciones debido a la intensa precipitación acompañada de granizos. Asimismo, en esta misma especie se observó en cultivos de campo abierto daño físico a frutos, como heridas y desganche de ejes productivos, efecto de los cambios bruscos de la humedad. “La incidencia y severidad debe ser evaluada en cada zona dado lo errático del evento de lluvias, tanto en intensidad como en tipo de precipitaciones”, destacó. Además, en caso de tomate industrial, las cosechas se han retrasado ya que las maquinarias no han podido entrar a los predios, los suelos se encontraban muy mojados, esperando así el momento oportuno para cosechar.
También, Donoso indicó que daños menores se concentraron en hortalizas de frutos estivales, como pepino, zapallo de guarda, melón y sandía, los cuales son susceptibles de pudrición de fruto cuando éstos quedan en contacto con suelos anegados. A esto Danae Riquelme, fitopatóloga de INIA La Platina, agregó que no se descartan microfisuras no visibles en los frutos, lo cual favorece la infección por patógenos y posterior pudrición, principalmente por botritis y fusariosis.
En cuanto a los aspectos fitopatológicos, el hábito de crecimiento rastrero de estas hortalizas, además de estar en contacto directo en suelo con alta humedad, favorece la infección de tallos, hojas y frutos por patógenos. La presencia de agua libre y temperaturas templadas son claves para el proceso infectivo de la mayoría de los hongos fitopatógenos, sin embargo, su proceso de incubación y expresión de síntomas no es inmediato, pudiendo generarse infecciones latentes que se expresen durante la madurez del fruto e incluso en la postcosecha. Por ello, es necesario recalcar que el efecto de las lluvias sobre el estado sanitario de las hortalizas debe evaluarse mediante monitoreos constantes y al mediano plazo, dijo Riquelme. En el caso de control con fungicidas se debe respetar el tiempo de carencia para cada especie hortícola cultivada, limitante para la aplicación oportuna.
“Se espera que en el mediano plazo aumente la incidencia y severidad de las enfermedades producidas por estos patógenos si no fue realizado un control preventivo del suelo previo a la siembra o trasplante”, aclaró Danae.
Los profesionales de INIA La Platina indicaron que al finalizar la temporada se recomienda la desinfección del suelo, debido a que estos hongos afectan a un amplio rango de hospederos, la rotación de cultivos no rompe el ciclo de vida de estos hongos, por lo que se recomienda al término del cultivo, la desinfección del suelo ya sea por métodos químicos o no químicos como la biofumigación. Es importante destacar que la incidencia de oídio no debiera verse afectada por las precipitaciones, aunque el control de esta enfermedad debe ser constante.