Las altas temperaturas que se registraron durante el verano sumado a la falta de lluvias generaron dudas sobre los efectos que estos fenómenos provocan en las praderas, principal fuente de...
Las altas temperaturas que se registraron durante el verano sumado a la falta de lluvias generaron dudas sobre los efectos que estos fenómenos provocan en las praderas, principal fuente de alimentación del ganado lechero (Mundo Agropecuario-INIA).
Finalizado el mes de febrero, en el que se registraron temperaturas que superaron los 35 °C y una escasez de precipitaciones en el verano, surgen dudas sobre las medidas que deben tomar los productores lecheros y ganaderos en este período, ante lo cual los especialistas del INIA Remehue, Cristian Moscoso y Camila Muñoz, respondieron algunas consultas y entregaron sus recomendaciones técnicas.
¿Cuáles son los daños que puede sufrir una pradera debido al calor? ¿Es posible que esta pierda cualidades nutritivas para el ganado?
Las altas temperaturas registradas en el verano y especialmente en los primeros días de febrero y las escasas precipitaciones que se produjeron en la zona sur, entre las regiones de La Araucanía y Los Lagos, han significado una reducción en la productividad y en el crecimiento de las praderas de secano. En términos de calidad del forraje, debido al lapso de tiempo en que se registraron estas temperaturas, es esperable un aumento en el porcentaje de materia seca y el nivel de fibra.
¿A qué nivel de temperatura una pradera puede comenzar a sufrir daños?
Las praderas del sur de Chile presentan una gran variedad de especies forrajeras, cada una de ellas con distintas temperaturas óptimas de crecimiento, pero que bordean un rango entre 18 a 21 ºC. Sobre estas temperaturas, las gramíneas forrajeras comienzan a disminuir su crecimiento, reduciéndose prácticamente a cero con temperaturas más elevadas.
¿Qué manejos recomiendan realizar para mitigar y minimizar los daños por el calor?
En términos productivos, el uso de riego en praderas es la mejor herramienta que puede disponer el agricultor, siempre y cuando se realice de manera constante entre la primavera intermedia-tardía, la época estival e incluso el inicio de otoño, dependiendo de las condiciones de humedad del suelo. Esto permite mejorar el crecimiento de la pradera. Sin embargo, también debe complementarse con criterios de utilización que permitan a la pradera recuperarse posterior al pastoreo, dejando residuos cercanos a 6 ó 7 cm para de esta manera evitar el sobrepastoreo. Predios que no cuenten con riego deben alargar la rotación de pastoreo desde 30 a incluso 40-50 días en casos extremos, permitiendo de esta manera la recuperación de la pradera. Independiente de la situación tecnológica de cada agricultor, deben recurrir de manera constante a las diversas fuentes de información meteorológica disponibles, y de esta manera tomar decisiones con la debida antelación, ya que la toma de acciones posterior a un evento de altas temperaturas no será muy efectivo.
¿Se puede aplicar algún producto o principio activo en particular? De ser así, ¿en qué dosis y periodicidad? Y, ¿es necesario fertilizar?
No es común la utilización de productos químicos para evitar los efectos de las altas temperaturas y del déficit hídrico en praderas. En el caso de la fertilización, esta se debió haber realizado en la primavera pasada, no siendo recomendable la fertilización en la época estival debido al bajo contenido de humedad del suelo y al bajo crecimiento de la pradera.
¿Qué sucede con aquellos ganaderos que no cuentan con un sistema de riego? ¿Tienen otras alternativas para mitigar el calor?
En praderas, una opción es la siembra y utilización de especies forrajeras que soporten de mejor manera el estrés calórico e hídrico, y que cuentan con un sistema radicular más profundo respecto a ballica perenne, la gramínea más utilizada en el sur de Chile. Esto les permite obtener agua a una mayor profundidad, destacando como alternativas más resistentes al déficit hídrico y altas temperaturas las gramíneas festuca y bromo, y la leguminosa alfalfa. Esto ha sido y está siendo evaluado por el INIA con buenos resultados.
¿Qué daño colateral, en términos nutricionales, puede generar en el ganado el calor en la pradera?
Durante el verano y en presencia de déficit hídrico, las praderas tienen una menor calidad nutricional dado por un menor contenido de proteína y energía y un mayor nivel de fibra. Esto se traduce en que de manera progresiva se va perdiendo de la digestibilidad de la pradera y se limitan los niveles de consumo. En consecuencia, en esta época las dietas en base a pradera son deficitarias nutricionalmente para los requerimientos de vacas en producción. En estas condiciones, es necesaria la suplementación con cultivos suplementarios o forrajes conservados y concentrados para cubrir los requerimientos de materia seca, proteína y energía de los animales. Además, es crucial proveer una fuente permanente de agua limpia y fresca para evitar la deshidratación de las vacas. Finalmente, es importante proveer lugares sombreados donde los animales puedan resguardarse del calor durante los momentos de mayor temperatura del día y así evitar las consecuencias de episodios de estrés calórico.