El Director Nacional de INIA, Pedro Bustos, indicó que está dentro del quehacer institucional, el proporcionar nuevas variedades de semillas destinadas a los campos chilenos.
Director Nacional del Instituto de Investigaciones Agropecuarias, Pedro Bustos, tras visitar los campos experimentales de INIA en las regiones de Ñuble y Biobío, indicó que se cumplieron las metas de producción a pesar de las dificultades generadas por la pandemia.
Es en la macrozona centro sur, compuesta por las regiones del Maule, Ñuble y del Biobío, donde se concentra parte importante de la producción actual de semillas destinadas a los mercados nacional e internacional, constituyéndose en una suerte de granero para el país.
Buena parte de la producción de cereales (trigos, arroz), legumbres (porotos), berries (arándanos, frambuesas y frutillas) y frutales de nuez (avellano europeo, castaños), se concentra en esta área, resultando de gran relevancia como zona proveedora actual de alimentos, y con gran proyección en el futuro.
Tras visitar los campos experimentales de INIA en San Carlos (destinado a la investigación de arroz), Chillán (cereales y legumbres) y Los Ángeles (cereales), el Director Nacional de INIA, Pedro Bustos, indicó que está dentro del quehacer institucional, el proporcionar nuevas variedades de semillas destinadas a los campos chilenos.
El directivo sostuvo que, a pesar de la pandemia, “hemos podido cumplir con la totalidad de las metas propuestas”, por lo que felicitó el trabajo realizado en los campos experimentales donde, además de generar trabajos de investigación, se concentra la producción de semillas certificadas de cereales y legumbres destinadas a los productores. “El campo no para y tampoco las líneas de abastecimiento de alimentos para los habitantes del país”, recalcó.
En lo concerniente a la generación de arroz, Bustos señaló que “desde su creación, hace 57 años, INIA produce el 100 % de las variedades de arroz que se cultivan en el país”. Añadió que al predominar en Chile el clima templado (inviernos fríos) y al ser el arroz un cultivo característico de climas tropicales, “nuestros investigadores históricamente han debido realizar un gran trabajo, en alianza con organismos científicos internacionales, para obtener materiales base, destinados a desarrollar nuestras variedades de clima frío”. En este aspecto, explicó que bajo la mirada científica las variedades chilenas “son de interés mundial, porque bajo la perspectiva del cambio climático, poseen los genes de adaptación al frío y podrían servir para generar variedades más sanas, más inocuas y de mayor productividad”.
Creciente demanda de alimentos
Tras su visita a las regiones de Ñuble y Biobío, donde INIA genera las semillas certificadas de trigos harineros y candeales para los agricultores de las zonas centro y centro sur, Pedro Bustos se refirió a la importancia de mantener activa la generación de variedades de granos a los productores, en un contexto de desafío alimentario para el futuro. “Sabemos que al 2050 el mundo tiene el desafío de alimentar una población cercana a los 10 mil millones de habitantes, con menos superficie agrícola, mayor productividad y sustentabilidad, cuidando la naturaleza y los suelos”. En ese entendido, el Director Nacional destacó el trabajo de INIA, toda vez que “nuestras variedades de trigos representan alrededor del 60 % de las variedades chilenas destinadas a la producción de pan, y casi el 100 % de los trigos candeales que son los destinados a la producción de pastas”. Agregó que cada año se trabaja en la generación de nuevas variedades con características de mayor resistencia a la falta de agua, mejor adaptación a los distintos tipos de suelos del país y menor susceptibilidad a las enfermedades, “todo ello para mejorar rendimientos e incrementar la calidad nutricional de los granos”.
En su paso por el Campo Experimental Santa Rosa de Chillán, el directivo estuvo acompañado por el seremi de Agricultura de Ñuble, Juan Carlos Molina, quien resaltó el trabajo del INIA en la agricultura del centro sur de Chile. En especial mencionó la planta de selección de semillas de INIA Quilamapu destinada a producir las semillas certificadas de trigo que requieren los productores para sus siembras entre las regiones de 0’Higgins y Los Lagos. Asimismo, valoró el traspaso de información técnica a los pequeños productores, específicamente “lo realizado por los grupos de transferencia tecnológica y las jornadas de capacitación a través de seminarios”. En este punto, destacó lo vital que resulta la producción de alimentos “en un mundo cada vez más demandante y con mayor presencia de tecnología”.
Semillas para los campos del centro sur
Durante la presente temporada, el encargado zona sur de producción y comercialización de insumos tecnológicos de INIA, Álvaro Vega, señaló que la planta seleccionadora de semillas certificadas de Chillán procesará un total de 3 millones 200 mil kilogramos, concentrándose en la producción de siete variedades de trigos destinados a la industria del pan, dos de trigos candeales, una de triticale, una de avena, tres de arroz, y dos de porotos. Todas ellas semillas destinadas a cubrir la demanda de siembras de los productores del centro sur del país.
Estas cifras se complementan con la generación de trigos candeales, en el Campo Experimental Humán de INIA en Los Ángeles, donde su administrador Christian Wolf indicó que en la temporada pasada se sembraron 201 hectáreas, claro indicador de que la provincia de Biobío concentra la producción nacional de trigos destinados a la industria de las pastas del país. De hecho, solo en Humán se procesaron del orden de 920.000 kilogramos de semillas certificadas de trigo candeal, destinadas a la siembra de 4 mil hectáreas, cifras debieran incrementarse durante la próxima temporada.