El déficit hídrico de la región del Biobío ya está generando pérdidas en el sector lechero, aseguró el presidente de la Federación Nacional de Productores Lecheros (Fedeleche), Marcos Winkler.
El ciclo climático que estamos viviendo, está generando pérdidas en el sector lechero, ha traído menos agua y mayores temperaturas, claramente ha producido bastantes estragos.
El déficit hídrico de la región del Biobío ya está generando pérdidas en el sector lechero, aseguró el presidente de la Federación Nacional de Productores Lecheros (Fedeleche), Marcos Winkler. Si a inicios del año pasado las proyecciones eran positivas para la industria, con un crecimiento de entre 3 y 4%, las condiciones climáticas cambiaron dicho panorama que, acompañado del encarecimiento en los costos de producción, no augura cuentas alegres para los productores. Winkler dijo a Diario La Tribuna que “el ciclo climático que estamos viviendo hoy en día, que ha traído menos agua y mayores temperaturas, y claramente ha producido bastantes estragos y en números podemos ver lo siguiente: el primer semestre del año 2021 tuvimos cero aumento en la producción de leche respecto al año 2020, y eso refleja la dificultad”. Lo anterior debido a que, desde la federación gremial, “esperábamos un crecimiento de entre un tres aun cuatro por ciento y fue cero, cifra donde se muestra de manera clara el impacto negativo que tuvo en la producción nacional este clima y nuevamente tuvimos una primavera seca, por lo que el crecimiento que teníamos planificado para fines de año tampoco se produjo, y lo más probable es que el país termine con un crecimiento de casi cero por ciento o con un crecimiento positivo ínfimo”. Lo anterior se da, además, tomando en cuenta que desde el gremio, tenían la proyección “de crecer como país entre un 3 y 4% anual, no se va a cumplir, dándose en su mayoría por el clima, que es lo que estamos viviendo hoy en día”.
Déficit hídrico
Winkler explicó que “en la zona sur, en la región de Los Lagos llueve aproximadamente 1.300 milímetros en un año normal, pero este año llovieron 1.000. Son números bastante complejos porque significará un aumento en los costos de producción debido al incremento en el precio de un número importante de factores que llegó al 30%, con un alza de ingresos que no ha sido de la misma magnitud, lo que ha golpeado a los lecheros que no seremos capaces de enfrentar este aumento en los costos en este año 2022”. Respecto al decreto de Emergencia Agrícola, el vocero del gremio lechero dijo a Diario La Tribuna que “cuando hay dificultades agrícolas de esta naturaleza quien más sufre siempre es el productor más pequeño, porque el más grande tiene espaldas y fortunas de solucionar este tipo de situaciones, buscando herramientas, tiene capacidad de endeudamiento y otras vías para paliar un poco su dificultad, entonces, al tener una región la condición de emergencia agrícola le permite alas entidades del Gobierno destinar recursos a la ganadería familiar campesina o a los pequeños productores lecheros, iniciativas positivas que permite que estos recursos lleguen precisamente a quienes más lo necesitan”.
Medidas para paliar la sequía
Respecto a la tecnificación del riego y ala inversión para que los predios cuenten con esta tecnología, Winkler explicó que, como Fedeleche “estamos impulsando la tecnificación del riego, tratando de que se genere lo más rápido posible, porque este avance permitirá que los lecheros puedan producir alimento más económico y una mayor cantidad de este, por lo que estamos usando distintas herramientas para apoyar la producción lechera y de alimentos derivados de la leche que permitan que el país crezca, aunque lo que no nos ayuda es el clima, si bien los apoyos están abocados a solucionar esta problemática”. El sector ganadero ya había tenido que afrontar un escenario de sequía hace décadas: entre 1967 y 1969 Chile ocurrió lo que fue conocido como “la Gran Sequía de 1968”, uno de los mayores déficit pluviométricos registrados durante el siglo XX, que redujo el ganado del país en un 45%. Lo anterior provocó, a su vez, el desempleo de 225.000 trabajadores agrícolas, aunque fue uno de los motores que impulsó el desarrollo del riego tecnificado y su expansión y aplicación en la región del Biobío, entre otros sectores del país.
Fuente: La tribuna