A través de un proyecto de acuerdo, los legisladores solicitaron al Ejecutivo hacer una revisión sobre el sistema de clasificación y tipificación de la calidad de la carne; y dotar...
A través de un proyecto de acuerdo, los legisladores solicitaron al Ejecutivo hacer una revisión sobre el sistema de clasificación y tipificación de la calidad de la carne; y dotar al SAG de mayores recursos para la inspección y fiscalización. (Mundo Agropeciario).
Ante la pesquisa de “desafíos para el mediano y largo plazo, pero que requieren de un trabajo mancomunado desde la institucionalidad sectorial que recae en el Ministerio de Agricultura y sus órganos asociados”, un grupo transversal de senadores presentó un proyecto de acuerdo, por medio del cual solicitaron al Presidente de la República adoptar las medidas necesarias para la protección y fomento de la producción ganadera del país.
Más fiscalización
La propuesta -respaldada por la Sala de la Cámara Alta- precisa la necesidad de realizar una revisión sobre el actual sistema de clasificación y tipificación, para establecer si realmente es un buen orientador de la calidad de la carne.
Asimismo, solicita dotar al SAG de mayores recursos para la inspección y fiscalización, además de mejorar la norma y hacer más eficiente la gestión supervisora (herramientas tecnológicas validadas en el comercio internacional y mayor dotación). En otro orden, propone velar por una competencia bajo reglas claras y en igualdad de condiciones con países de donde Chile importa carne.
Por último, llama a buscar fórmulas para terminar con la matanza indiscriminada de terneros, que se enmarque en un proceso que fortalezca la política de responsabilidad social de las distintas cadenas que participan, particularmente en el área de producción.
El proyecto fue presentado por los senadores Alfonso De Urresti, Alejandro Guillier, Carmen Gloria Aravena, Luz Ebensperger, Carolina Goic, Ximena Órdenes, Yasna Provoste, Carlos Bianchi, José Durana, Álvaro Elizalde, José García Ruminot, Alejandro García Huidobro, Felipe Harboe, Francisco Huenchumilla, José Miguel Insulza, Felipe Kast, Juan Pablo Letelier, Iván Moreira, Alejandro Navarro, Manuel José Ossandón, Kenneth Pugh, Jaime Quintana, Rabindranath Quinteros y David Sandoval.
Considerando
Entre los considerando del acuerdo están descritos el que la producción de carnes en Chile es liderada por la de aves, que es altamente integrada y se concentra en un reducido número de productores, alcanzando 675 mil toneladas de producción anual. En segundo lugar, se encuentra la producción de carne de cerdo, que cuenta con 237 mil reproductoras y llega a 584 mil toneladas anuales, de las cuales cerca de 40% se destina a la exportación. Luego se ubica la producción bovina (200 mil toneladas al año), orientada principalmente al mercado interno y muy relevante, ya que cuenta con sobre 120 mil productores (Odepa, 2018).
Esas cifras, sin embargo, no son del todo auspiciosas para el sector ganadero, por la constante disminución de las cabezas de ganado, que alcanza el 37% en las últimas dos décadas, manteniéndose estancada en los últimos años. Actualmente, las cabezas de ganado alcanzan a 2,8 millones, 900 mil de ellas en la región de Los Lagos, seguida por Los Ríos con 500 mil.
La industria ganadera y todas sus cadenas productivas han sido un pilar fundamental de desarrollo, siendo una actividad económica que ha permanecido en el sur de Chile y ha cumplido además un rol social importante en la conformación de pequeñas localidades.
En la actividad ganadera interactúan transportistas, el comercio, trabajadores de plantas frigoríficas, ganaderos, pequeñas carnicerías, trabajadores agrícolas, empresas de servicios en general entre otros, y por lo mismo, el impacto que genera la disminución de la producción es una preocupación de quienes son parte de las cadenas productivas, pero debe ser un tema de relevancia para distintos actores.
Chile es una zona privilegiada, libre de fiebre aftosa, que permite un desarrollo ganadero con un patrimonio zoosanitario reconocido a nivel internacional que no está libre de riesgo, producto del reciente brote de fiebre Q (enfermedad zoonótica) en la provincia de Osorno, cuyo brote fue controlado, pero que mantiene en estado de alerta a las autoridades por su propagación al hombre , pero que el Estado, a través de su institucionalidad ha sabido controlar con procesos adecuados y estricta fiscalización
Sin embargo, la aparición de la fiebre Q se suma a dificultades evidentes que está enfrentando el sector: la sequía, la baja de precios y la constante alza del valor del suelo. A ello, hay que agregar la reconversión productiva que ha tenido el suelo, y los mismos ganaderos, que hoy incursionan en otros rubros, por ejemplo, el turístico.
Como una externalidad negativa, es importante precisar que la industria ganadera es la responsable de la emisión del 10,6% de la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI), siendo la tercera fuente del país, después de los sectores de electricidad (31%) y transporte (20%). Estos efectos, son generados por la liberación de emisiones de metano y óxido nitroso producido por la gestión del estiércol, y en mayor medida por la fermentación entérica que se produce en los sistemas digestivos, careciendo el sector de una normativa que regule y controle la emanación de dichos gases.
Así también, Chile posee pocas ventajas comparativas en comparación con los países productores vecinos, en relación a su masa ganadera o extensión de la actividad, entre otras, como es el caso de Brasil, Paraguay y Argentina, y que representan sobre el 80% de las importaciones de carne al país.
Si bien existe un consenso en la industria en cuanto a que están en una situación compleja, el diagnóstico corresponde a un sector muy atomizado en su cadena productiva, y donde el Estado puede establecerse como interlocutor y promover la unidad y la asociatividad. Existen problemas estructurales en el que se hace necesario visualizar la escasa integración; la desconfianza entre los actores del mercado (productores, ferias, plantas faenadoras, distribuidores y comercializadores); desconfianza entre los actores; visión cortoplacista; poca Innovación; falta de información y poca transparencia; e ineficiencia productiva.
El consumo de carne ha aumentado de 18,7 kilos a 24,4 kilos en los últimos años, aunque el 85% de la venta de carne en el retail es importada. Tal como se señaló, la carne brasileña es una de las industrias más representativas en los supermercados chilenos. En marzo de 2017, Chile decidió suspender las importaciones (que significan el 30% de las importaciones de carne) dado el destape de un escándalo de corrupción con fiscalizadores de los principales frigoríficos de Brasil, para flexibilizar procedimientos de controles y así procesar carne podrida para exportación.
La tipificación de la carne se ha transformado en un orientador de calidad, pero existen casos que existe permisividad para la importación de especies de igual tipificación, pero de distinta subespecie como la Indicus (bovino asiático) que no cumple dichos estándares. Por otro lado, los ganaderos informan que la aplicación de la nueva normativa de tipificación en su aplicación, le han significado pérdidas por 1.100 millones de dólares.