Taller motivó a investigadores y transferencistas a conocer los beneficios y ejes principales de la Ley de Incentivo Tributario para La Inversión Privada en Investigación y Desarrollo Ley 20.241 (Mundo...
Taller motivó a investigadores y transferencistas a conocer los beneficios y ejes principales de la Ley de Incentivo Tributario para La Inversión Privada en Investigación y Desarrollo Ley 20.241 (Mundo Agropecuario).
Pablo Catrián Catrifol, Coordinador de la Subdirección Incentivo Tributario I+D, Gerencia de Innovación de la Corfo dio a conocer esta herramienta que permite aplicar beneficios tributarios por hasta un 52,55%.
“La idea de este taller es que se generen y concreten algunas iniciativas a través del incentivo tributario para la inversión en investigación y desarrollo (I+D), en el contexto de contratos o proyectos certificados por Corfo”, menciona el profesional.
Esta ley puede alcanzar hasta 35% de crédito tributario contra el impuesto de primera categoría y de 65% contra gasto necesario para producir la venta. Un aspecto que destacó el profesional es que para comenzar a trabajar al alero de esta ley, se puede ingresar solo con tener la “intención” de acogerse y postular el proyecto a posteriori hasta 18 meses y de ahí en adelante llevar un orden en los gastos y centros de costo asociados al desarrollo de la investigación.
El profesional mostró datos de las principales empresas que han sido certificadas y un ranking regional en uso de la Ley de I+D. “Entre el 2012-2017 se beneficiaron 414 empresas con esta ley siendo agricultura, ganadería, silvicultura y pesca la actividad económica con mayor número de certificaciones por un monto de 127 millones”.
La ingeniero agrónomo, Dra. Carolina Salazar, investigadora del INIA mostró el caso exitoso de un proyecto INIA/Subsole que fue cofinanciado por CORFO, a través de la Ley de Incentivo Tributario para La Inversión Privada en Investigación y Desarrollo (Ley 20.241).
El proyecto se tituló “Aumento de la productividad, calidad y eficiencia del uso del agua en uva de mesa mediante la implementación de cubiertas plásticas y la ampliación de la frontera geográfica de la producción de uva hacia la VII región de Chile”.
El proyecto con exportadora Subsole, explicó la experta, tenía como objetivo evaluar el comportamiento de las vides bajo cubiertas plásticas, lo que permitió modificar el microclima del cultivo. “Lo que buscamos con este proyecto, de la mano de la Exportadora Subsole, fue abrir nuevas áreas productivas y fortalecer la posición hacia zonas de mayor seguridad hídrica, que permitieran asegurar una producción adecuada a las demandas de mercados internacionales”.
Valeria García, ingeniero agrónomo, encargada de I&D y desarrollo de variedades protegidas de Subsole se refirió a esta experiencia y ver cómo el trabajo y el esfuerzo dio sus frutos. “Como exportadora nos embarcamos en este proyecto a largo plazo, de cubrir los parronales de uva de mesa con el objetivo de evitar pérdidas por lluvias, heladas, lograr mejoras en calidad y aumentar la eficiencia del uso del agua. “El INIA nos ayudó a cuantificar de forma científica, las mejoras y eficiencias que se logran con esta tecnología porque la protección frente a lluvias se traduce en frutas bastante más resistentes en postcosecha. Existió un aumento de la calidad en variedades como Thompson S. y el uso del agua también se ha reducido de forma importante”, comentó la profesional.
La tecnología del uso de cubiertas plásticas permite la modificación del microclima, cambiando la intensidad de la radiación solar, la temperatura, la humedad relativa y el viento. Se vio que estas modificaciones son capaces de adelantar o atrasar la cosecha de forma importante con lo que se pudo ampliar la ventana de cosecha en una misma zona productiva donde la disponibilidad de agua no es limitante. Esta técnica también puede proteger la fruta del daño producido por lluvias, heladas y los efectos detrimentales del viento y el exceso de radiación sobre el desarrollo de las plantas.