Este agresivo hongo tiene un mecanismo de adaptación a la presión de selección que ejercen las repetidas aplicaciones de un fungicida
En 48 horas se podrá tener acceso a la información de su población y delinear estrategias de control que serán efectivas para mantener la calidad de su fruta.
La profesora Marcela Esterio, de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile, lidera proyecto de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) para detectar en 48 horas el tipo específico de botrytis que ataca una población de uva determinada con el fin de que productores utilicen el fungicida adecuado y su fruta llegue en buen estado a su destino de comercialización.
La uva de mesa chilena es muy apetecida en los mercados internacionales y el éxito de su venta depende de todo su proceso de cultivo. Durante la floración, y desde envero a precosecha, la uva de mesa es más susceptible de infectarse con un hongo patógeno llamado Botrytis cinerea (Bc), que debe controlarse con fungicidas muy específicos para proteger a la población.
Este agresivo hongo tiene un mecanismo de adaptación a la presión de selección que ejercen las repetidas aplicaciones de un fungicida determinado, principalmente al grupo de las hidroxianilidas y las carboxamidas, a través de una mutación en su genoma. Para determinar dicha resistencia, se realizaba un estudio en la población que tardaba cerca de 28 días, tiempo insuficiente para poder hacer cambios en los programas de control de botrytis en la misma temporada y evitar el deterioro de la uva durante su comercialización.
El estudio que realizaba el equipo de la profesora Marcela Esterio, académica del Departamento de Sanidad Vegetal de la Facultad, podía determinar la resistencia a los fungicidas al identificar el tipo de mutación en la brotytis predominante de la población; conociendo la agresividad diferencial de los aislados mutantes resistentes y los costos metabólicos asociados, se escogía el fungicida más eficaz para la población predominante.
Sin embargo, la académica explica que el proceso era lento, pues había que tomar las muestras en el campo, llevarlas al laboratorio, hacer la recuperación de los aislados, incrementarlos como cultivos monospóricos puros (obtención de Biomasa), para someterlos al proceso de extracción de ADN y realizar finalmente la técnica qPCR-HRM, que nos entrega la información de las mutaciones predominantes y su frecuencia en la población de aislados analizada.
“Con el nuevo proyecto FIA, nos saltamos las primeras etapas del proceso porque no se requiere recuperar e incrementar los aislados en forma pura, ya que colectamos las muestras y extraemos el ADN de los aislados fungosos predominantes desde el tejido vegetal – flores o bayas -, por lo tanto, los resultados pueden obtenerse 48 horas post colecta de muestras en campo y con esta información el productor puede hacer los cambios en los programas de control que se requieran prácticamente en pocas horas de haberse colectado las muestras en campo”, aseguró la profesora Esterio.
En esa línea, el director ejecutivo de FIA, Álvaro Eyzaguirre Pepper, sostiene que “gracias a esta nueva tecnología, más económica, precisa y rápida, los productores podrán reducir las pérdidas en la etapa de cosecha y mejorar la calidad de la uva de mesa que llega al consumidor final, a la vez que les permitirá ser más amigables con el medioambiente puesto que permite reducir el uso de algunos fungicidas. La última temporada se exportaron más de 600 mil toneladas de esta fruta nacional, siendo un sector muy importante dentro del agro para la canasta exportadora de nuestro país y que debemos seguir potenciando desde la innovación”.
Innovación
Una innovación científica que trae buenas noticias a productores de uva ya que con la técnica qPCR-HRM, en 48 horas, podrán tener acceso a la información de su población y delinear estrategias de control que serán efectivas para mantener la calidad de su fruta. “El nuevo proyecto de FIA implica saber ahora, para aplicar mañana”, afirmó la profesora Esterio, quien fue distinguida el año pasado por el Colegio de Ingenieros Agrónomos por el desarrollo de su trabajo en botrytis.
La académica plantea que para diseñar e implementar esta nueva técnica, se debe conocer la microbiota fúngica asociada a flores y bayas de vid, que cohabitan con botrytis para así, mediante el diseño de partidores específicos, poder detectar solo a las zonas objetivo de los fungicidas (hidroxianilidas y carboxamidas) en botrytis.
“La técnica a implementarse es innovadora porque evalúa directamente cambios genéticos en la población de Botrytis que se hospeda en los tejidos vegetales, es decir, en las plantas del productor. Y, adicionalmente, de manera muy significativa, por la rapidez en la obtención de resultados. Permitiendo entregar información de la situación de sensibilidad a fungicidas de manera oportuna al productor, es decir, 48 horas de colectadas las muestras y no 23 a 28 días después, como ocurre actualmente cuando se realiza la técnica a partir del ADN extraído desde cultivos puros del hongo aislados en laboratorio”, explicó la profesora Esterio.
Además de acelerar el proceso de entrega de información oportuna y veraz para la estrategia de control de botrytis en un predio con herramientas más efectivas, y con ello optimizar los recursos de la producción de uva, existe un positivo efecto en el cuidado del medio ambiente.
“Podría traducirse en un menor número de aplicaciones por período crítico y temporada, y con ello implicar una menor contaminación de la fruta, de las aguas, de los suelos y del aire. Por otro lado, al conocer la situación real actual de sensibilidad de las poblaciones a esas moléculas que son la base del control de botrytis se puede decidir si se utilizan o no, con el fin de protegerlas, y recuperar y/o alargar la vida útil – eficacia – de estas moléculas”, sostuvo la especialista en sanidad vegetal.