Se trata de un programa territorial orientado al mejoramiento de la competitividad del sistema ganado – cultivo, mediante transferencia tecnológica e innovación en las comunas de Curacautín, Victoria y Traiguén,...
Se trata de un programa territorial orientado al mejoramiento de la competitividad del sistema ganado – cultivo, mediante transferencia tecnológica e innovación en las comunas de Curacautín, Victoria y Traiguén, que cuenta con el apoyo de los profesionales de PDTI y Prodesal de las comunas citadas, además de los jefes de área de Indap (Mundo Agropecuario).
“Para la validación de las tecnologías se establecieron predios demostrativos en campos de agricultores en las tres comunas involucradas. Donde INIA entregaba la tecnología y apoyaba su implementación y el agricultor con sus medios la validaba y ajustaba a su realidad. Todo ello con el constante apoyo de los agentes de extensión municipales e Indap. Las tecnologías validadas son respuestas a la demanda de cada territorio en particular. En estos predios INIA desarrolló su trabajo bajo el concepto de “capacitar a los capacitadores” y “aprender haciendo”, de manera de transferir la información tecnológica a los agentes de extensión para que ellos a su vez fomenten la innovación productiva entre los agricultores. El real impacto de este esquema de trabajo depende en gran medida del compromiso de los agricultores de hacer bien las cosas. En la medida que ellos van asimilando las herramientas entregadas, mejoran la forma de gestionar el campo y por extensión su calidad de vida, aspectos que para los protagonistas del programa ha sido muy importante”, comentó María Gabriela Chahín, encargada del programa y especialista de INIA.
Usuarios de la tecnología
A cuatro años de comenzar la iniciativa en Malleco, son los propios agricultores quienes opinan de los resultados y la importancia de la tecnología bien usada en el campo.
En la comuna de Traiguén, comunidad Chanco Bajo San José, viven Zunilda Bahamonde y Juan Salazar, quienes en un predio de 6,5 hectáreas han potenciado el cultivo de hortalizas y ovinos. Partieron el 2014 con una unidad de cosecha de aguas lluvia, herramienta que les permitió disponer de agua de riego para sustentar un invernadero con distintas hortalizas, destinadas al autoconsumo y ventas de excedentes lo cual les ha dado un ingreso familiar extra. “Que INIA llegara fue importante. Hemos visto aumentar nuestros ingresos. Aparte del invernadero hoy tenemos ¼ de hectárea adicional con papa, porotos, repollos, zapallos italianos, zanahorias, betarragas y lechugas. Aprendimos a usar riego por goteo y cómo fertilizar la pradera, incorporamos frutilla y murtilla como cultivos nuevos, aprendimos a usar malla para guiar el cultivo de poroto verde y desechar el colihüe, aprendimos a podar tomates y pepinos, cómo sembrar mejor y tener más producción. O sea, las capacitaciones han sido muy útiles y muy beneficiosas. Da un poco de pena que termine el proyecto, porque estamos muy agradecidos, fue una buena experiencia. Lo importante es que sigamos avanzando y trabajando juntos con mi esposo”, dijo Zunilda.
Por su parte Néstor Campos en la Villa Cautín, comuna de Curacautín cuenta con 10 hectáreas de terreno. Dedica 1 hectárea completamente al cultivo de hortalizas. Es técnico agrícola de formación y partió con un trabajo muy rústico en el campo. “Hace 5 años estaba dedicado 100% a la ganadería, lo cual no me dejaba mucho y decidí trabajar en algo más intensivo que me permitiera ganar más con poco terreno. Gracias al apoyo de Indap introduje paneles solares para riego y cambié las vacas por aspersores y tubos PVC para establecer hortalizas en una pequeña superficie, probando lo más tradicional: lechugas, acelgas y maíz. Cuando llegó INIA amplié la superficie a 1 hectárea cultivando otras especies y no solo para autoconsumo, sino venta en fruterías de Perquenco y Victoria. Gracias a las tecnologías y capacitaciones de los profesionales de INIA aumenté mi producción y la calidad de lo que tengo, comencé a usar riego por goteo, establecí un semillero de papa que me cambió la vida pues usé una variedad de alto rendimiento como Patagonia INIA y luego incorporé Yagana. En este sector no se conocía la papa y además recuperé el cultivo de ajo rosado, comencé a trabajar los almácigos en bandejas, todo lo cual me ha permitido mejorar mis ingresos”, explica.
Finalmente, Nolfa Guiñez y Alister Torres, del sector Tropezón Santa Inés, Parcela Santa Berta, en la comuna de Curacautín, disfrutan de importantes resultados productivos en su predio de 30 hectáreas. Gracias al apoyo de INIA hoy mantienen una hectárea con hortalizas y 4 hectáreas de praderas permanentes asesoradas por los técnicos de INIA Carillanca, donde además se estableció un jardín demostrativo de forrajeras. “Antes solo nos preocupaba la ganadería y teníamos una pequeña huerta casera. Yo sacaba leche, pero no tenía pasto para mis vacas y gracias a INIA establecimos las primeras praderas mejorando la producción de leche. Ahora hemos elevado nuestros rendimientos y buscamos cantidad y calidad. INIA nos apoyó con el conocimiento que nadie nos arrebatará, pues quedó guardado en nuestras cabezas como un recurso valioso. No tenemos palabras para agradecer el trabajo. Aprendimos a cultivar mejor, a tener variedad de hortalizas que no pensábamos se podían producir acá, a preparar almácigos, a usar bien el riego y además ser referente para otros agricultores que han venido a conocer nuestro trabajo. INIA hizo realidad nuestros sueños al potenciar un emprendimiento que nos ha permitido nuevos ingresos y estar menos encalillados. Cuando partimos por ejemplo, teníamos 5 ovejas, hoy llegamos a 60; este año pudimos cosechar 600 fardos de pasto para nuestros animales y podemos destacar que producimos hortalizas de calidad”, acota el matrimonio Torres Guiñez.